PR02_261011_VICENT/ Rafael Núñez Huesca
El verdadero lujo en un ciclo de conferencias sobre la fotografía de Robert Capa sería que fuera el propio Capa el que, en primera persona, ilustrara a sus oyentes. Pues bien, algo similar ocurrió el pasado veintitrés de octubre en el Aula Magna de la Universidad Miguel Hernández de Elche. El periodista Manuel Vicent compareció ante un abarrotado auditorio para completar el seminario que desde el día anterior se impartía en la citada Universidad y llevaba su nombre: “El Periodismo literario de Manuel Vicent”.
El verdadero lujo en un ciclo de conferencias sobre la fotografía de Robert Capa sería que fuera el propio Capa el que, en primera persona, ilustrara a sus oyentes. Pues bien, algo similar ocurrió el pasado veintitrés de octubre en el Aula Magna de la Universidad Miguel Hernández de Elche. El periodista Manuel Vicent compareció ante un abarrotado auditorio para completar el seminario que desde el día anterior se impartía en la citada Universidad y llevaba su nombre: “El Periodismo literario de Manuel Vicent”.
Le acompañaron José Luis Ferris, profesor de Literarura en la propia Universidad, Josep Torrent, director de EL PAÍS Comunidad Valenciana y el periodista Ángel Sánchez Harguindey.
Después de las presentaciones protocolarias y bienvenidas de rigor, Vicent, para José Luis Ferris “una persona que hace magia con las palabras”, tomó el micrófono casi con la misma destreza que toma la pluma y regaló un buen rato de magia –por seguir con la comparación del profesor Ferris- a un público de aspirantes a Harry Potter en el colegio Hogwarts.
“La información es una mercancía, se consume, se devora y luego se tira”. Con esa crudeza, como procurando cercenar conductas utópicas desde el minuto cero, inauguró Manuel Vicent su plática. El controvertido término industria cultural acababa de recibir, nada más empezar, su dosis de legitimidad nada menos que de un muñidor de palabras y ante un público virgen de pragmatismo. Fuera mitos.
Desde la génesis del oficio hasta los habituales debates tecnológicos contemporáneos (“no conozco a nadie que no se sienta inferior a su ordenador”), el invitado hizo un recorrido histórico del periodismo y aprovechó para ofrecer algunas normas deontológicas que él mismo procura aplicarse: “No soy un moralista, no me gustan los que dan órdenes. Lo que ha de hacer un periodista es dar su opinión y luego que cada uno haga lo que le de la real gana”. De igual modo advirtió de las tentaciones a las que se verán expuestos los futuros profesionales y la importancia de mantener la honestidad: “El gran patrimonio que tiene un periodista es su firma, que su noticia sea válida, fiable, que haya sido contrastada”. Rafael Núñez Huesca
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