martes, 24 de abril de 2012

El fin de una época

David Soriano Sanz











Ficha técnica del libro:
               
Nombre: El fin de una época

Autor: Iñaki Gabilondo

Editorial: Barril y Barral

Primera edición: septiembre de 2011

Género: Reflexión

Nº de páginas: 174

ISBN: 978-84-9989-124-8

Argumento:

El periodista Iñaki Gabilondo cuenta y explica la actualidad periodística a través de su propia experiencia.

Empieza el libro haciendo una crítica a la gente que se dedica escoger las noticias del día, a quién decide si un suceso cabe en un periódico o por el contrario se queda fuera sin que nadie se entere de lo que sucede. Para Gabilondo estas noticias tienen un fuerte calado ideológico, además de que muchas veces ya no se puede distinguir entre información y publicidad.

Dice también que en el periodismo de hoy en día se está imponiendo la forma de contar las noticias de la prensa escrita, nadie innova, ni radios ni televisiones aportan un lenguaje informativo nuevo. De los intereses económicos del periodismo advierte que se está haciendo cualquier cosa porque una empresa sea rentable, como cubrir puestos de trabajo con continuos becarios.

Para él, la máxima del periodista es no perder nunca sus principios éticos, lo que implica no faltar nunca a la verdad. Debe alejarse de sus intereses políticos y escribir los artículos conociendo lo que se está contando, pues acusa a algunos compañeros de profesión de escribir todo mecánicamente. Declara que hay que mantener una distancia, lo que denomina “la distancia del puercoespín”, sobretodo con los políticos, porque en está profesión los amiguismos no son nada bueno.

De la gente que consume información analiza dos tipos diferentes. El que acude a los medios a estar informado o el que lee la prensa para reafirmar su opinión política. Esto último ocurre bastante en España, por las posiciones tan polarizadas que existen en este ámbito.

Define al periodismo como “la segundo voz”, y sostiene que no debe moverse de ahí. Acusa a algunos periodistas como Pedro J. Ramírez de querer tener un protagonismo que no pueden alcanzar por el simple hecho de que ellos son los que cuentan las cosas, no los protagonistas de los acontecimientos.

Gabilondo se entristece al observar lo desprestigiado que está el periodismo, por las estrategias políticas y económicas que hay detrás y denuncia a periodistas comoFederico J. Losantos de ser uno de esas personas que hacen mal al periodismo.

De los gabinetes de información declara que están acabando con el buen periodismo, ya que empresas privadas y políticos se encargan de realizar las noticias de esta forma. Los periodistas ya no van a buscar las noticias, es mucho más cómodo y económico recibirlas por fax y transcribirlas.

Siente una especial melancolía por el papel del enviado especial. Las empresas ya no se gastan el dinero en enviar a gente al extranjero, pero los que lo hacen obtienen unos reportajes magníficos, pero claro, no compensa económicamente, por lo que parece que al periodismo que ansiaba Kapuscinsky le queda poco futuro.

Iñaki Gabilondo
Para Gabilondo el ciudadano va a necesitar una contextualización de los hechos, gente que interprete, de ahí nace el género de opinión. Esto no es un inconveniente, pues todo el mundo tiene un sentir diferente. Pero para él, el problema llega cuando se interpreta acorde con tu criterio, pues estás sesgando la información.

En la parte final del libro Gabilondo cuenta una especie de biografía laboral, e incluye alguna anécdota. Relata su paso por la Cadena Ser, las personas de las que recibió influencias... También dedica los últimos capítulos a hacer una reflexión sobre periodismo actual, sobre la televisión pública, sobre revistas más especializadas como “Foreign Policy”.

El capítulo final, que lleva el nombre del libro, está lleno de melancolía. Es un análisis introspectivo sobre cómo ha sido y cómo cree Gabilondo que será el periodismo, del que se lamenta que se vaya a perder esa visión romántica que tanto tiempo perduró en los medios de comunicación.

Valoración personal

Es un libro lleno de sentimientos, lo que es de agradecer. Yo he acogido estas líneas de Gabilondo como un alumno que escucha atentamente a su profesor, pues no se me ocurre ahora mismo una mejor voz de la experiencia que ésta.

Probablemente éste sea uno de los mejores libros que un futuro periodista pueda leer, pues empaparse de los conocimientos y experiencias del autor es uno de los mejores ejercicios que se puedan realizar en una facultad de periodismo.

Dice Gabilondo que el periodismo no se enseña en las universidades, sino que se aprende en la calle, con la experiencia, dialogando con los demás. Yo estoy de acuerdo, las facultades dejan mucho que desear, aunque tampoco comulgo con la idea de que el periodismo se aprende en las redacciones. En este país cada vez se hace peor periodismo, y por ese motivo no se puede pretender que te enseñen el oficio instruyéndote en la transcripción de notas de prensa, en la no citación de fuentes cuando la información proviene de otros medios o en publicar según los intereses de algunos políticos.

Si he de hacer alguna crítica negativa al libro, sería la falta de realismo, es decir, no hay espacio a la reflexión sobre los periodistas que están bastante formados y no encuentran un trabajo digno, de los ínfimos sueldos que algunas empresas se atreven a ofrecer, o de la poca profesionalización del periodismo que existe en determinados medios de comunicación.

Citas interesantes

Siempre habrá alguien que tiene algo que contar y alguien que tendrá interés en conocer ese algo. Eso es lo único que importa.

Si yo fuera profesor de periodismo, pondría a mis alumnos una asignatura llamada “los demás”.

Los ciudadanos, a mi juicio, demandan una información por el mismo hecho de que ya la han incorporado a su rutina.

“A partir de lo que dijera Gabilondo, yo diría lo contrario, porque mi misión era provocarle”.

¿Por qué el Congo y la guerra del coltán, donde ya han muerto 5 millones de personas, no son noticia ni se coloca el foco sobre ellos?

Por eso, lo que más me inquieta del futuro del periodismo es que haya personas que sin ningún interés en lo que le sucede a los demás.

Yo me puedo sentir comprometido con aquellos que me sigan porque creen que tengo una mirada progresista sobre la realidad, pero nunca me comprometería con los que pensaran que debo ofrecer la interpretación socialista de la realidad.

Un tópico que la realidad ha ido desmitificando tiene que ver con la posibilidad que ofrecen las nuevas tecnología de que cualquier persona puede intervenir en la creación de opinión.

Mis dos ideas fundamentales siempre han sido el oyente y el trabajo en equipo.

Lo que suceda en mi futuro profesional, venga como venga, se acomodará a los artilugios técnicos del momento, pero jamás se adecuará a la lógica interna que subyace en muchos de estos juegos, pues yo pienso morirme siendo uno de los nuestros.

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