lunes, 28 de noviembre de 2011

La (con)fusión

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Prisa aprovechó la entrada del grupo de inversión para renovar su identidad corporativa, probablemente en una estrategia de refundación completa de la propia compañía.
Mas esta circunstancia queda en mera anécdota en comparación con los durísimos ajustes que, desde la entrada de Liberty, ha tenido que acometer el Grupo.
Nuevo Logo y Claim de PRISA
La consecuencia más dolorosa ha sido la pérdida de 2.500 puestos de trabajo (casi el 20% de la plantilla) y la supresión del que hasta ahora había sido el orgullo de la casa y probablemente del periodismo español: CNN+. En el mismo paquete, vendido a Telecinco, fueron también Cuatro y casi una cuarta parte de Digital+.

No termina aquí la incertidumbre. Como en una trágica réplica de la crisis de deuda europea, el grupo español está instalado en la incertidumbre y forzado, desde fuera, a nuevos sacrificios, y ni aún acometiéndolos se garantiza la estabilidad de PRISA.




Grupo Mediaset España, nuevo imperio mediático
Pero volvamos a la macrofusión que, se supone, ha salvado a PRISA. Mediaset, propietaria de Telecinco (y no sólo, también del canal Divinity, la Siete o la agencia Atlas) compra el 80% de Cuatro, no sin problemas judiciales derivados de posibles problemas de competencia.
Se mantienen ambas cabeceras y, según aseguró Paolo Vasile, la idiosincrasia de ambas cadenas. Sin embargo, lo que se vendió como fusión tiene mucho de confusión: Programas que  pasan de una cadena a otra, presentadores que emigran, los citados problemas judiciales, marginación de las productoras que trabajaban para Cuatro y, sobre todo, un descenso en la cuota de pantalla de ambas cadenas. Telecinco pasa del 17,4 al 16,8 y Cuatro del 6,2 al 5,8. 
De modo que de las pretendidas sinergias, por ahora, nada. 

¿Qué es Liberty?

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El nombre completo de la empresa es Liberty Acquisition Holdings Corp, cotiza en la bolsa norteamericana, fue fundada en 2007 y es la mayor SPAC del mundo.

¿Y qué es una SPAC? Un acrónimo que responde a las siglas special purpose acquisition company (empresa con el propósito especial de realizar una adquisición).
Según el portal de negocios invertia las SPAC son vehículos inversores que con frecuencia realizan tan solo una o dos operaciones de gran calado y cuentan con un gran número de socios y de firmas de inversión”.

N. Bergguren y M.E. Franklin
¿Qué diferencias existen con respecto a un fondo de capital-riesgo? Según Martin E. Franklin (codirector y cofundador de Liberty junto con Nicolas Berggruen) en una entrevista al diario EL PAÍS, la mayor diferencia -y esto es algo fundamental- es que un fondo de capital riesgo invierte pensando ya en una estrategia de salida. Por lo general, mantienen la inversión de dos a cinco años, mientras que nosotros las mantenemos 10, 15 o 20 años. Nos planteamos las inversiones muy a largo plazo, así que la filosofía de inversión es totalmente distinta. Además, en cierto sentido, hacemos justo lo contrario que el capital riesgo: desendeudar a las empresas, en lugar de endeudarlas. Es una diferencia básica”.



El Grupo Prisa (Promotora de informaciones Sociedad Anónima) es, aún sumido en la mayor crisis desde su fundación, el mayor grupo de comunicación, educación, cultura, y entretenimiento del mundo en lengua española. Así las cosas la crisis del grupo tuvo una importante repercusión en el exterior, dada la amplia presencia internacional del grupo.
La brillante trayectoria, modélica e internacional, de PRISA se frena en seco hacia 2008 con un desplome brutal de sus acciones en bolsa y un descenso de más del 60% en sus beneficios, además de una deuda desbocada que le obligó a vender Localia e intentar hacer lo propio con Digital+.
Así las cosas Liberty se convierte en el accionista mayoritario del grupo en junio de 2010 al hacerse con cerca del 70% de la empresa por 300 millones de euros, menos de la mitad de lo que se esperaba en un primer momento; un precio de saldo para analistas.
El propio presidente de Liberty, Martin E. Franklin, llegó a reconocer que “si el precio no hubiera sido bueno no lo hubiéramos hecho”. 

domingo, 27 de noviembre de 2011

Pensar globalmente, actuar localmente.

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Resulta sintomático que el periodista Daniel Akst, en un pretendido artículo en defensa de los medios locales, empiece por decir que “Si pienesas que los periódicos locales son malos(…) la vida sin ellos es peor”. Esto es, no pretende combatir –no al menos en esta oración inaugural- la idea generalizada de que la prensa local es de menos calidad, simplemente señala que la vida sin este tipo de prensa sería peor. No parece demasiado alentador.

Akst procura, sin embargo, reivindicar, con ejemplos, el papel de la información local en un mundo global. Uno de esos ejemplos es el Register-Satr, diari neoyorkino que, en opinión del autor, merece elogios por su dignidad periodística y por su vocación de servicio. Una plantilla reducida pero comprometida, alejada del manto protector de la administración pública y sin otra aspiración que informar a su comunidad debería ser suficiente para sobrevivir frente los grandes. Una opinión legítima, pero quizá algo romántica y, sobre todo, contracultural en tanto rema contracorriente en el río de la globalización. Y he aquí el quid del asunto: la globalización. Es éste, el debate mediático, tan sólo una arista más de la enorme realidad globalizadora en la que vivimos.

Profesor Philip Meyer
Cabe destacar la referencia al libro “The Vanishing Newspaper: Saving Journalism in the Information Age” del profesor Philip Meyer que abunda en las tesis de Akst y que, como dato “sorprendente”, desvela la querencia de los grandes medios por las noticias de carácer local. Aquello de pensar globalmente y actuar localmente.

Daniel Akst, no obstante, y muy en la línea de la tradición norteamericana, no renuncia al beneficio económico, es más, es de la opinión que es éste el único motor que debería mover la maquinaria de un diario local. Repudia como “terrorífica” la idea de obtener apoyo gubernamental.
Describe por tanto unas aspiraciones que, al menos en lo que a lo económico se refiere, distan mucho de la realidad de la prensa española, penetrada absolutamente por la administración y, en muchos casos, sostenida exclusivamente por ella.

martes, 8 de noviembre de 2011

Agur ETA. Agur Espainia? (I): La prensa.


Práctica voluntaria

El pasado veinte de octubre la banda terrorista ETA anunció “el cese definitivo de la actividad armada” después de más de cincuenta años de crímenes, secuestros y extorsión.
La noticia, de alcance internacional, tuvo muy diferentes enfoques según el medio de comunicación. Analizaremos aquí, sin ánimo de ser exhaustivos, las dos principales cabeceras de nuestro país: EL PAÍS y EL MUNDO.

El diario de PRISA titula “El fin del terror” a cinco columnas y en el epígrafe, en mayúsculas, aclara: “ETA DEJA LAS ARMAS TRAS 43 AÑOS DE VIOLENCIA Y 829 VÍCTIMAS”. La imagen principal de la portada, sin embargo, es para la muerte del dictador libio Muamar el Gadafi. También, aunque a un tamaño mucho menor y ya debajo del cuerpo del texto, destaca un fotograma “del vídeo en el que los etarras anunciaron el fin de la violencia”.

El subtítulo lo dedican a citar partes del comunicado etarra y al Presidente del Gobierno (“Una victoria de la democracia, la ley y la razón”). El periódico asigna diecinueve páginas a la noticia, excluyendo portada, editorial y “La cuarta página”, o tribuna destacada del día. 
El contenido, completísimo, va desde la crónica de Luis R. Aizpiolea en la que contextualiza el comunicado, hasta las reacciones del Partido Popular y los “partidos minoritarios”, pasando por reportajes (“Cese definitivo: cómo y por qué hemos llegado hasta aquí”, “Las 700 consecuencias del conflicto”, sobre los presos o la situación actual de la banda: “50 terroristas(…) en la asfixia económica”), testimonios de las víctimas, abundante opinión (el filósofo Savater, el expresidente del parlamento vasco Atutxa, los periodistas Josep Ramoneda y Javier Pradera, el sociólogo Ignacio Sánchez-Cuenca y el historiador Santos Juliá) y tres infografías, una de ellas a doble página en la que se detallan todos los crímenes de la banda.

En relación a la línea editorial, a los matices ideológicos, el medio se muestra razonablemente seguro de que, efectivamente, el terrorismo ha escrito su epitafio; “Punto final a la pesadilla” titula su editorial. Igualmente señala, a cuatro columnas, a Rubalcaba como “el ministro que acorraló a ETA”. 
Del líder de la oposición destaca que “ignora al PP más duro” al señalar el líder del PP que “no hubo concesiones políticas”.
Cabe destacar también el empleo de la palabra “violencia” sin entrecomillado a para referirse al terrorismo etarra, cosa ésta que podría interpretarse como una concesión a la terminología abertzale.

La noticia en el diario de Unidad Editorial se aborda de manera sensiblemente diferente. 
La imagen del comunicado etarra, al contrario que en EL PAÍS, ocupa un lugar preferente y relega la fotografía de Gadafi, asesinado, a un segundo plano. 
El titular “ETA alardea de sus asesinatos y emplaza al Gobierno a negociar” no hace referencia directa al final del terrorismo (aunque sí el antetítulo). El subtítulo contiene un extracto del comunicado que hace referencia a lo que los terroristas llaman “compañeros(…) que han sufrido la cárcel o el exilio”. Aún en portada, y como destacados, se muestran las primeras reacciones del Presidente, el líder de la oposición y la diputada de UPyD Rosa Díez
Ya en el interior del periódico, son doce –nueve menos que EL PAÍS- las páginas que EL MUNDO dedica al hecho noticioso (excluyendo Editorial, portada y “Tribuna” (Joseba Arregui)) destaca una reproducción fascímil del comunicado y un análisis exhaustivo de todo cuanto pudiera parecer ambiguo, que para el periódico es mucho. Reacciones de los partidos, de las víctimas, un recorrido histórico del terrorismo etarra en España, un análisis de la situación actual de la banda (“Apenas 50 terroristas”) y una infografía a doble página en la que se detallan diferentes aspectos de la actividad criminal: asesinados, procedencia de éstos, jefes de la ETA, contexto político y presos etarras.
En relación a la interpretación, a la opinión que del comunicado hace EL MUNDO, el titular de su Editorial resulta esclarecedor: “ETA mueve ficha de cara a las elecciones”; y dentro del mismo destacan “Sorprende la reacción de Rajoy de celebrar el comunicado de ETA asegurando que se ha producido sin ningún tipo de cesión política”. E igualmente “(…) la ausencia de atentados no supone la desaparición de ETA, que sólo será verdadera cuando entregue las armas y se autodisuelva (…)”.
Casi sin excepciones la opinión del medio abunda en el mismo escepticismo, ejemplo de ello es la columna del vicedirector García Abadillo: “¿Final de ETA?”. Escriben, además, Federico Jiménez Losantos, Arcadi Espada, Santiago González, Justino Sinova (“Si ETA dice que el cese de su actividad armada es “definitivo”, ¿para qué son las armas que no entrega?”), David Gistau y el arriba citado Joseba Arregui.

En general, estas dos posturas, (alivio, aunque contenido, en EL PAÍS; escepticismo y sospechas de electoralismo en EL MUNDO) tienen su prolongación en el resto de cabeceras nacionales, según adscripciones ideológicas.

El Periódico titula su portada –sin fotografía, aunque muy gráfica-  con un rotundo “ETA claudica”. Público, con portada y contraportada unidas, y a través de un atractivo recurso gráfico se despide del terrorismo: “Agur, ETA”. La Vanguardia va incluso más allá: “ETA deja las armas”, titular que ha resultado controvertido por su inexactitud. ABC, en la línea de EL MUNDO, obvia el hecho más importante (“cese definitivo”) en su titular de portada y anuncia: “ETA ni se disuelve ni entrega las armas”. LA RAZÓN, sin embargo, sí incluye “ETA cesa su actividad armada” pero a continuación, en el mismo titular, advierte “sin entregar las armas”.


Público, haciendo gala de su exitoso diseño

En definitiva estamos ante un hecho noticioso de trascendencia histórica cuya interpretación por parte de las diferentes cabeceras españolas evidencia la parcialidad, el sesgo o la orientación ideológica que caracteriza a nuestra prensa escrita. 

lunes, 7 de noviembre de 2011

PR04281011_Writelocal / David Soriano


El periodista y escritor Daniel Akst defiende en su artículo “Write local: how small newspapers are surviving” un periodismo local. Considera que escribir sobre los políticos locales, educación, crimen, deportes escolares e historias de gente corriente de la ciudad es lo que puede salvar el periodismo local, al que describe como imprescindible.

Para él no hace falta mucho personal en estos periódicos, sólo mucha calidad, en sus propias palabras, “utilizando mucha tinta y poca pintura”. Pone como ejemplo el "Register Star", un periódico de Hudson, ciudad que cuenta con unos 7500 habitantes, pero el que se trabaja bien y se está creciendo.

Para Coleman, uno de los grandes exponentes de la comunidad del periodismo, recibir apoyo de un gobierno es una idea aterradora, aunque sabe que un periódico tiene que ganar dinero, sin dinero, no hay noticias.

Yo considero que el periodismo local de Estados Unidos dista mucho del de aquí. La gente allí está más acostumbrada a levantarse cada mañana y mirar la prensa de su ciudad, además de tener unos hábitos de lectura mayores a los españoles. La prensa local estadounidense sigue muy de cerca la actualidad de sus ciudades, así como la de todos sus equipos deportivos, así se asegura que aunque el número de lectores nunca va a ser extraordinario, casi siempre se mantengan estables

Poniendo el ejemplo que más conozco, el de mi ciudad, Orihuela, sólo hay un periódico local físico,"Activa Orihuela", que tan sólo se puede imprimir una vez a la semana y vive de ayudas del ayuntamiento y de la poca publicidad que pueda conseguir, ya que es gratuito, porque sino, tendría un índice de lectura ridículo

En mi opinión, un periódico local en España tiene que abarcar un territorio que no se limite a una ciudad con menos de 30000 habitantes, y por supuesto y más importante, que sea de calidad, haciendo buen periodismo y ofreciendo a la gente un producto que de verdad le valga la pena pagar por ello.

jueves, 3 de noviembre de 2011

¿Es posible morir de pena?

PR02_261011_VICENT/Saray García

“Cada día da siete vuelcos el corazón por sentimientos que forman el tejido de nuestra vida”. Esta magnífica cita está incluida en el artículo ‘Negro Ron’, publicado por el escritor Manuel Vicent en el diario El País.
El cocker americano no pudo soportar el vacío que su compañera de vida Linda, el otro can de la familia, dejó con su ausencia y feneció a las pocas semanas. ¿Es posible morir de pena?
El dolor físico es una advertencia que el organismo utiliza como protección. Si se aproxima una llama de fuego a la piel la sensación de dolor advertirá de la lesión. Del mismo modo, investigadores de la Universidad de California Los Ángeles (UCLA) postulan que el dolor emocional también actúa como un aviso. Por ejemplo, para evitar la cercanía hacia a alguien que ha causado un trastorno afectivo.
Al igual que el dolor físico puede convertirse en crónico,  pena compleja es el concepto utilizado por Mary Frances O’connor, investigadora californiana, para definir el dolor emocional crónico. Las personas con este trastorno desarrollan dolores físicos vinculados a la patología anímica. Por esto, es posible morir de pena.
Por lo visto, pese a la zambullida diaria,  a través de los medios de comunicación, en disputas económicas internacionales y conflictos políticos, lo que provoca unos de esos siete vuelcos cardíacos tiene otro origen: un cruce de miradas diluidas, un viejo perfume o una simple llamada. Elementos demasiado insignificantes como para formar parte de la portada de un periódico.



"En el periodismo no existe la dicotomía entre indicar un camino y seguir otro", Manuel Vicent

PR02_261011_VICENT/Saray García


Una calurosa ovación daba la bienvenida a Manuel Vicent en el aula Magna de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH) el pasado 23 de Octubre. Con la intervención del escritor se clausuraban las jornadas que daban reconocimiento a su labor profesional: “El periodismo literario de Manuel Vicent”. Así mismo, flanqueaban la intervención el periodista Ángel Sánchez Harguindey, el director de El País en la Comunidad Valencia, Josep Torrent,  y el escritor José Luís Vicente Ferris.
“En la actualidad no sabemos qué es comunicación, qué es información y qué es fábula”. Con este rotundo alegato Manuel Vicent trasladaba a los presentes en el aula su visión actual del periodismo. Una profesión que, cada vez en más ocasiones, parece desnaturalizada e inmersa en una contienda de audiencias. “¿Cuántos muertos se necesitan en un coche bomba en Irak para que prestemos atención?” El escritor delataba que la información había sido relegada a una mera mercancía de usar y tirar que a los pocos segundos quedaba desfasada.  
Vicent hizo un rápido recorrido de la historia de la profesión desde su germen y apostilló que en la actualidad se mueve en torno a dos niveles: el analógico ubicado en la prensa escrita, y el digital protagonizado por los medios de comunicación en Internet. La omnipresencia de este último provoca  que muchas de las noticias que aparecen en la prensa tradicional a primera hora de la mañana hayan perdido su carácter noticioso incluso antes de que la rotativa salga a la calle.
El periodista, en clave de humor, describía la crispante impotencia de cualquier usuario ante su PC cuando éste decidía no cooperar con su propietario. En palabras de Vicent: “no conozco a nadie que no se sienta inferior a su ordenador”. Con esta frase, secundaba la idea defendida en dos artículos publicados en El País: Equipaje y Resetear
El escritor acentúo la veracidad como una de las máximas de los profesionales de la comunicación alegando que: “el gran patrimonio que tiene un periodista es su firma, que sea fiable”. Así mismo, señaló que, al igual que en la literatura u otra profesión es posible hacerlo,  en el periodismo no existe la dicotomía entre indicar un camino y seguir otro diferente.  No obstante, Vicent no se define como moralista puesto que se opone a  la idea de señalar a alguien el camino que debe seguir.
Por último, Vicent recomendó a los aprendices que abarrotaban la sala que se proveyeran  de objetos que no sonaran bajo la autoridad de un escáner. Algo bastante complicado dado el perfil profesional que los medios buscan en la actualidad, el llamado ‘periodista orquesta’ o su homólogo de gala el ‘periodista polivalente’.

Manuel Vicent: literatura galopante


PR02_261011_VICENT/Saray García Gozalbo

“Quiere hacer literatura a través del periodismo” de esta manera define Josep Torrent, director de ‘El País’ en la Comunidad Valenciana, a Manuel Vicent. La majestuosa combinación entre periodismo y literatura ha llevado a este valenciano  a ser un columnista fijo del diario ‘El País’ los domingos, así como uno de los periodistas y escritores  de renombre en el panorama actual.
Manuel Vicent nació en Villavieja, un pequeño municipio de la provincia de Castellón,  en 1936 año en el que España se estremecía ante el inicio de una guerra civil.  Tras licenciarse en Derecho y Filosofía en la universidad de Valencia, emigró a la capital española en 1960 donde cursó Periodismo en la Escuela Oficial de Madrid.  Sus primeros pasos como profesional fueron como columnista político en el diario Madrid para, posteriormente, participar en las revistas Hermano Lobo y Triunfo.  
La agudeza de su pluma ha analizado la transición española  y empapado diversos  géneros literarios  como la novela, el teatro, las biografías, los libros de viajes y gastronomía…  Sin embargo, pese a ser periodista, Manuel Vicent se denomina escritor puesto que  afirma que  “el soporte no tiene ninguna importancia, el papel que hay debajo de las palabras no importa.” Así mismo, la gran pantalla, ha exigido hacerse eco de algunas de sus obras como ‘Tranvía a la Malvarrosa’ o ‘Son de Mar’.
Amante del arte y anti taurino de casta. Abogado, escritor y galerista. Resulta imposible encasillar a alguien que encharca de literatura cada  rubrica.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

“Manipular”, de Manuel Vicent.


PR02_261011_VICENT/ Rafael Núñez Huesca




En el artículo del pasado domingo treinta de octubre de nombre “Manipular”, Manuel Vicent procura una semblanza histórica entre tres tipos de gestos, dos del pasado y uno de un futuro que ya es presente: el saludo romano, el puño en alto y la mano cuyos dedos “se mueven como rabos de lagartija sobre el pequeño teclado de internet y del teléfono móvil”. Tres cosas tienen los tres en común: la mano, evidente; la capacidad de identificación con movimientos de masas –fascismo, bolchevismo y “movimiento global de los indignados- y un cierto grado de magnetismo estético.
Saludo comunista

Saludo romano
La comparación resulta forzada y quizá en esas similitudes artificiales resida precisamente el mérito de estas letras. Aún así, pretender barnizar de betún histórico (“ideal político, sueño compartido , himnos, banderas”) el gesto de redactar un whatsup o enviar un email chirría, encaja difícilmente; aunque insisto, es posible que en la paradoja resida la pretendida virtud literaria.
Manuel Vicent procura trasladar la vieja solemnidad del “destino en lo universal” joseantoniano a las manifestaciones digitales de un mundo nuevamente convulso. Y para ello apela, entre otros paradigmas del destino, a “los poetas” como generadores de cambios sociales. Porque, y siguiendo con el símil histórico del fundador de la Falange, “a los pueblos no los han movido nunca más que los poetas, y ¡ay del que no sepa levantar, frente a la poesía que destruye, la poesía que promete!".

"rabos de lagartija sobre el
pequeño teclado de internet"
Los indignados de hoy como los replicantes de los antiguos falangistas, de los extintos comunistas . 
Y todo por una mano; antes cerrada o extendida, ahora escribiente. 

martes, 1 de noviembre de 2011

Manuel Vicent: "La información es mercancía"

PR02_261011_VICENT/ Rafael Núñez Huesca

El verdadero lujo en un ciclo de conferencias sobre la fotografía de Robert Capa sería que fuera el propio Capa el que, en primera persona, ilustrara a sus oyentes. Pues bien, algo similar ocurrió el pasado veintitrés de octubre en el Aula Magna de la Universidad Miguel Hernández de Elche. El periodista Manuel Vicent compareció ante un abarrotado auditorio para completar el seminario que desde el día anterior se impartía en la citada Universidad y llevaba su nombre: “El Periodismo literario de Manuel Vicent”.
Le acompañaron José Luis Ferris, profesor de Literarura en la propia Universidad, Josep Torrent, director de EL PAÍS Comunidad Valenciana y el periodista Ángel Sánchez Harguindey.
Después de las presentaciones protocolarias y bienvenidas de rigor, Vicent, para José Luis Ferris “una persona que hace magia con las palabras”, tomó el micrófono casi con la misma destreza que toma la pluma y regaló un buen rato de magia –por seguir con la comparación del profesor Ferris- a un público de aspirantes a Harry Potter en el colegio Hogwarts.

“La información es una mercancía, se consume, se devora y luego se tira”. Con esa crudeza, como procurando cercenar conductas utópicas desde el minuto cero, inauguró Manuel Vicent su plática. El controvertido término industria cultural acababa de recibir, nada más empezar, su dosis de legitimidad nada menos que de un muñidor de palabras y ante un público virgen de pragmatismo. Fuera mitos.
Desde la génesis del oficio hasta los habituales debates tecnológicos contemporáneos (“no conozco a nadie que no se sienta inferior a su ordenador”), el invitado hizo un recorrido histórico del periodismo y aprovechó para ofrecer algunas normas deontológicas que él mismo procura aplicarse: “No soy un moralista, no me gustan los que dan órdenes. Lo que ha de hacer un periodista es dar su opinión y luego que cada uno haga lo que le de la real gana”. De igual modo advirtió de las tentaciones a las que se verán expuestos los futuros profesionales y la importancia de mantener la honestidad: “El gran patrimonio que tiene un periodista es su firma, que su noticia sea válida, fiable, que haya sido contrastada”. 


Rafael Núñez Huesca

Vicent, orfebre de palabras


PR02_261011_VICENT/ Rafael Núñez Huesca


Valenciano de Castellón, pareciera que el destino hubiera escogido la aciaga fecha de 1936 para dar a luz a un tal Manuel Vicent y, en compensación, le hubiera dotado de un extraordinario talento literario con el que poder redimirse de la época y el país en que le tocó crecer.
Y vaya si se redimió. Y vaya si exprimió el ingenio. Con libertad –EL PAÍS- o sin ella –Hermano Lobo, Diario Madrid-, Vicent cultivó y cultiva palabras. Las engendra y les da vida, levántate y anda; y las voces andan. Vuelan más que andan. Revolotean. Él las escoge, como el que atrapa mariposas, y las traslada a un papel. Quizá el papel más anhelado para un periodista español; más aún, para un periodista de habla hispana: la contra de EL PAÍS.

Manuel Vicent
Hay personajes que trascienden los límites estrictos de su profesión y se instalan en una realidad taumatúrgica donde se les puede contemplar con devoción. Manuel Vicent es uno de esos personajes. Periodista, pero no sólo periodista; articulista, pero no sólo; escritor, pero no sólo; galerista, pero no sólo. Desborda los campos en los que actúa de manera que resulta extraordinariamente difícil ubicarlo. Como aquellos artistas integrales del Renacimiento a los que el talento les rebosaba y les era imposible dedicarse a una sola disciplina.
Este hombre, como los Pérez-Reverte, Antonio Burgos, Rosa Montero o Raúl del Pozo, ya tiene cincelado su nombre en el frontispicio del periodismo patrio.
Manuel Vicent, orfebre de palabras. 


Rafael Núñez Huesca